Pierre de Meuron es el creador del Tate Modern de Londres terminada en el año 2000, donde transformaron una antigua central eléctrica en una moderna galería de arte. Ese mismo año fueron galardonados con el Premio Pritzker, equivalente al Premio Nobel de Arquitectura.
Tate Modern es el nombre por el que se conoce el Museo Nacional Británico de Arte Moderno. Se encuentra ubicado en el centro de Londres y forma parte del grupo de museos Tate junto con Tate Britain, Tate Liverpool y Tate St Ives, estos dos últimos situados fuera de Londres. Se encuentra alojado en la antigua central de energía de Bankside, originalmente diseñada por Sir Giles Gilbert Scott y construida en dos fases entre 1947 y 1963. La central eléctrica fue cerrada en 1981 y el edificio fue reconvertido en museo por los arquitectos suizos Herzog & de Meuron, quienes tras resultar vencedores en un concurso internacional dieron al edificio su imagen actual.
El edificio es severo, solemne, y se encara al río con un mutismo adusto. Ni antes ni ahora dejaba ver lo que había dentro. La fachada pertenecía a la ciudad. A la de antes, industriosa, gris, sucia, apresurada, y a la de ahora, más lúdica, menos gris, más lujosa, una de las capitales del mundo, igualmente atareada. O más.
El edificio tiene un entorno lleno de preexistencias históricas potentísimas. A oeste una serie de edificios fabriles de enorme calidad están siendo rehabilitados.
Una decisión arquitectónica
El bankside de Londres merecía una decisión valiente, firme, un esqueleto que soportase todas las intervenciones, siempre a posterior de este plan maestro. Se definió una calle tangente a la casa de Wren que pinchase perpendicularmente el río se prolongó con un puente. Esta calle (puesta donde cabía) se estrella contra uno de los ventanales de la centra, desaxializando su eje mayor. La calle se llenó de edificios de calidad. Viviendas, centros comerciales, equipamientos privados. Una oficina de turismo. Se concibió para peatones exclusivamente. Paralelos al río, más edificios de vivienda enfrentados con la central sirven de zócalo a la cúpula de Saint Paul’s. En la orilla de la central, el Globe como atracción turística. Los community council flats rehabilitados. Los edificios industriales como viviendas de lujo. Tras la propia central, viviendas de lujo y oficinas con zócalo comercial. Un complejo construido por Lord Richard Rogers, interesante y atractivo. Unos edificios bastante dignos de Allies & Morrison enchufan todo el complejo a Southwark St. que cambiará de cara y se convertirá en una arteria principal.
El puente grúa se quedó
El sistema de iluminación pertenece a Giles Gilbert Scott. Herzog & de Meuron se limitan a impermeabilizarlo.
Un diez para los arquitectos: la rampa de acceso no cumple normativa. No es necesario. Y hubiese sido un inconveniente, una tontería, escalonarla o dejarla con esos rellanos ridículos que impone la normativa de accesibilidad. Los minusválidos pueden recorrerla acompañados o tomar un ascensor comodísimo que les garantiza que podrán visitar hasta el último rincón del edificio.
Las circulaciones verticales
muerden el cuerpo fabril y se alojan, todas, allí. Si la Sala de Turbinas es una calle y ésta tiene una fachada nueva, necesita un sentido: las circulaciones verticales. Núcleos de ascensor potentes y, sobretodo, escaleras mecánicas. También algún sitio donde llegar, mejorando a James Stirling, que hace subir y volver a bajar a la gente, y si no eres un amante del arte, no pintas nada arriba. El lugar de llegada: el restaurante.
Herzog & de Meuron escogieron reventar el cuerpo fabril con una linterna de cristal. Y ésta, prodigio de inteligencia, es muchas cosas a la vez: es el símbolo del edificio. Es el cuerpo que aloja el bar. Es el lugar donde uno llega siempre que va subiendo por las escaleras mecánicas. Es un mirador espectacular del bankside. Es la relación con Saint Paul’s, de cúpula con linterna portante a linterna a secas contemporánea
Cuatro materiales: cristal, yeso, hormigón, madera. Se mantienen las carpinterías originales, y, como éstas son buenas para una fábrica pero no para un museo, se trasdosan interiormente con nuevas carpinterías que satisfagan las exigencias de un programa tan delicado. Por ellas se iluminan las salas. Sin más. El cristal forma, también, los cuerpos nuevos en la fachada interior. Forma, también, la linterna.
Ampliación
El edificio ha sido un éxito total, absoluto. No sólo entre los turistas. También, y sobretodo, para los Londoners. La Tate Modern que conocemos es, de hecho, la primera fase de toda la intervención. La segunda quedó siempre por definir, y hace pocos años se encargó, siguiendo el idilio promotor-arquitectos a los mismos Herzog & de Meuron.
fuente- jaumepratarquitecto Bernús Arquitectos